2 feb 2010

Caza

Los brazos fuertes de él no la dejaban huir, sus ojos la tenían hipnotizada, atrapada en sensaciones placenteras sin saber su cruel destino, besa sus hombros subiendo lento. Poco a poco hasta su garganta , sintiendo latir el corazón como un tentador pecado, besando su cuello, hundiendo sus dientes en la blanca piel de la presa, bebiendo la tibia sangre , envolviéndolos en un remolino de mil emociones ,el latir de los corazones en uno solo , una flor que se marchita hasta quedar sin vida .
Él la deja apoyada contra un árbol, dormida en un sueño sin final.