Los brazos fuertes de él no la dejaban huir, sus ojos la tenían hipnotizada, atrapada en sensaciones placenteras sin saber su cruel destino, besa sus hombros subiendo lento. Poco a poco hasta su garganta , sintiendo latir el corazón como un tentador pecado, besando su cuello, hundiendo sus dientes en la blanca piel de la presa, bebiendo la tibia sangre , envolviéndolos en un remolino de mil emociones ,el latir de los corazones en uno solo , una flor que se marchita hasta quedar sin vida .
Él la deja apoyada contra un árbol, dormida en un sueño sin final.